El grupo Hombres por la Abolición de la Prostitución considera que la prostitución es una forma más de violencia de género y de explotación sexual que debe ser abolida y no una profesión que haya que reglamentar. “Lo que las mujeres prostituidas tienen que soportar equivale a lo que en otros contextos correspondería a la definición aceptada de acoso y abuso sexual. ¿El hecho de que se pague una cantidad de dinero puede transformar ese abuso en un ‘empleo’, al que se le quiere dar el nombre de ‘trabajo sexual comercial’?”.
Consideramos que no se puede desvincular el tráfico de mujeres con la legalización de la prostitución, porque el tráfico es una consecuencia de la oferta y la demanda que rige el negocio de la prostitución. Además, respecto a la libertad con la que se puede ejercer la prostitución consideramos que el punto de vista según el cual las intrusiones repetidas en el cuerpo y los actos sexuales tolerados, pero no deseados, pueden ser vividos sin perjuicio es, por lo menos, dudoso.
La elección entre regulación o abolición de la prostitución implica posicionarse sobre el modelo social que queremos para los hombres y mujeres. Sin embargo, la estrategia patriarcal y neoliberal quiere centrar el debate sobre las elecciones individuales de las mujeres (la libertad para prostituirse de las mujeres), evitando el análisis social. Tratando de separar la prostitución “libre” de la forzada, considerando que la aceptada debe ser organizada y reglamentada y la forzada debe perseguirse.
Situar el centro del debate en el significado político del acceso por precio al cuerpo de las mujeres (lo que eufemísticamente se denomina “prostitución”) afecta al estatuto de igualdad de los seres humanos. Porque la prostitución “per se” supone una situación de desigualdad y, por tanto, incompatible con el estatuto de igualdad que queremos construir entre hombres y mujeres. El bien social está por encima de la libertad individual, aunque esta también sea protegida. Podemos, por ejemplo, admitir privadamente en nuestra relación matrimonial una situación de desigualdad porque quiero ser sumiso o dependiente, pero no podemos regular un contrato matrimonial sobre la base de la desigualdad.
Un cambio necesario en los hombres
Por eso consideran que es necesario un cambio en la masculinidad, ya que la inmensa mayoría de los clientes son hombres (el 95%) y la mayoria de las prostitutas mujeres (90%). Desde el grupo se preguntan por qué los hombres acuden a la prostitución actualmente en una sociedad como la española donde no hay tal nivel de represión sexual como había hace 40 años. Consideran que en una época de libertad sexual como la actual, los que acuden a la prostitución lo hacen como un ejercicio de poder y dominación sobre otra persona con la que no tienen que tener ninguna consideración porque la pagan.
La masculinidad está en crisis y es el momento de transformarla en pro de la igualdad. Muchos hombres en las relaciones sociales y personales en la sociedad actual, experimentan una sensación de pérdida de poder sobre otras personas, sobre las mujeres. La masculinidad tradicional no consigue crear relaciones satisfactorias de respeto mutuo entre el hombre y la mujer teniendo como base una nueva masculinidad igualitaria. Este grupo abolicionista considera que es este el perfil mayoritario del cliente que acude a la prostitución. “En realidad buscan una experiencia de total dominio y control sobre el cuerpo de la mujer”, y añaden que esta parte del género masculino “parece tener problemas con su sexualidad y con relacionarse en igualdad con el 50% del género humano, que creen que debe de estar a su servicio”.
Plantean un debate abierto y centrado en las motivaciones del cliente para poder solucionar de otra manera sus carencias en la relación, principalmente, con el género femenino. Un debate sobre la masculinidad, la afectividad y la sexualidad y que cuestione el actual modelo patriarcal que es permisivo con esta forma de violencia de género y dé alternativas igualitarias a los problemas de relación que puedan tener los clientes o prostituidores. La principal pregunta a nuestro entender es: ¿porque una parte importante de los hombres, pudiendo optar por relaciones igualitarias, optan por relaciones de dominación a través del dinero para relacionarse con las mujeres? Y los primeros que nos hemos de hacer esta pregunta somos los propios hombres. No s trata, por supuesto, de estigmatizar el sexo, estamos a favor del sexo libre y sin remuneración, pero precisamente para que la sexualidad y la afectividad sean libres no tenemos que convertirlas en un supermercado, en donde todos somos mercancías.
No legitimar la explotación y la violencia
Regular la prostitución legitima implícitamente las relaciones patriarcales: equivale a aceptar un modelo de relaciones asimétricas entre hombres y mujeres, establecer y organizar un sistema de subordinación y dominación de las mujeres, anulando la labor de varios decenios para mejorar la lucha por la igualdad de las mujeres. No hay que olvidar que el 90% de las prostituidas son mujeres y el 95% de los clientes hombres. No s trata tanto de dudar de las buenas intenciones de los que proponen regular (aunque si permítannos dudar de las buenas intenciones de la “patronal” sectorial), pero es un hecho: legalizar la prostitución ( y no nos olvidemos, no solo a las que ejercen: por extensión a los que compran,) supone convertir nuestro cuerpo en una mercancía más. Es una vuelta de tuerca más de un capitalismo salvaje que lo compra y vende todo (dentro de poco también compraremos amor?). Al regular admitimos que somos mercancías, también en eso.
Además, al legitimarla se convierte en un soporte del control patriarcal y de la sujeción sexual de las mujeres, con un efecto negativo no solamente sobre las mujeres y las niñas que están en la prostitución, sino sobre el conjunto del género femenino, ya que confirma y consolida su definición patriarcal de estar al servicio sexual de los hombres. ¿Cómo vamos a educar a nuestros hijos e hijas en igualdad con mujeres tras los escaparates como mercancías o es un posible futuro laboral de nuestras hijas?
Si reglamentamos la prostitución, integrándola en la economía de mercado, estamos diciendo que es una alternativa aceptable para las mujeres y para algunos hombres y, por tanto, no es necesario remover las causas, ni las condiciones sociales que determinan que sean, mayoritariamente, las mujeres las que sean prostituidas. A través de este proceso, se refuerza la normalización de la prostitución como una “opción para las pobres” y como forma de violencia de género. Porque no nos engañemos, muchos de los que pretenden regularla como mal menor, muy bienintencionadamente, no piensan en ellos o ellas mismos para ejercer este “trabajo como cualquier otro”. Se trata, por tanto, de “dar derechos” a las pobres que caen en las redes de prostitución, pero no de remover sus raíces y problemas fundamentales.
El modelo abolicionista
Pedimos que la prostitución se aborde como se ha hecho en Suecia, un modelo que se centra en medidas de erradicación de la demanda, a través de la denuncia, persecución y penalización del prostituidor (cliente) y del proxeneta. En este país se penaliza a los hombres que compran a mujeres o niños con fines de comercio sexual, con penas de cárcel de hasta 6 meses o multa. El peso de la ley, en ningún caso, se dirige contra las mujeres prostituidas, ni se pretende su penalización o sanción. La novedosa lógica detrás de esta legislación se estipula claramente en la literatura del gobierno sobre la ley: “En Suecia la prostitución es considerada como un aspecto de la violencia masculina contra mujeres, niñas y niños. (…) La igualdad de género continuará siendo inalcanzable mientras los, en su mayoría, hombres compren, vendan y exploten a mujeres, niñas y niños prostituyéndoles”. Además, la ley sueca provee de fondos para servicios sociales para cualquier prostituta que desee dejar esa situación; también provee fondos adicionales para reeducar la masculinidad en la igualdad de género.
La prostitución siempre ha existido, dicen. También las guerras, la tortura, la esclavitud infantil o el hambre. Pero esto no es prueba de legitimidad ni validez. Tenemos el deber de imaginar un mundo sin prostitución, lo mismo que hemos aprendido a imaginar un mundo sin esclavitud, sin apartheid, sin violencia de género, sin infanticidio, ni ablación de clitoris.
Prensa y comunicación
Hombres por la Abolición de la Prostitución
hombresabolicionistas@gmail.com
hombresabolicionistas.wordpress.com
Manifiesto
https://www.firmasonline.com/1Firmas/camp1.asp?C=215).
La asociación es de ámbito estatal y surgió hace 3 años a través de foros de internet.